Posted by : El día del Espectador marzo 08, 2014

Néstor Sánchez

La Segunda Guerra Mundial siempre le ha dado a Hollywood mucho material para realizar películas. Se podría crear una nueva categoría dentro del cine bélico que fuese para este evento. Hemos visto guerras, historias de amor, momentos decisivos, situaciones políticas, puntos de vistas sobre un mismo conflicto… así podríamos estar todo el artículo. La nueva película de Peter Webber toca un tema que ha sido poco explotado en el cine, el fin de la Segunda Guerra Mundial, el exacto momento en el que se puede zanjar las disputas políticas.

La historia nos sitúa en Japón tras la caída de las bombas atómicas, el general Douglas MacArthur (Tommy Lee Jones) y un capitán (Matthew Fox), tendrán que tomar la dura decisión si el emperador de Japón, Hirohito, es declarado prisionero de guerra o no. Con este buen planteamiento se añade una historia de amor del capitán con una japonesa, contada a través de flashbacks.

Históricamente hablando es una buena película, muy interesante, ya que cuenta hechos que son poco conocidos para las personas. La moralidad de la decisión es palpable en el film y en ocasiones te hace dudar quien empezó la guerra. Los diálogos son los que te transmiten el horror de la guerra y hacen que el corazón se te encoja, luego las imágenes de las ciudades japonesas destruidas son meros refuerzos a lo que ya te han contado. Siguiendo con el tema de los diálogos, son los que hacen que Matthew Fox comience a destacar como actor, ya que en ocasiones la fuerza decae un poco cuando lleva mucho tiempo en pantalla, le queda un largo camino para ser tan buen actor como su compañero Tommy Lee Jones, el cual no hay palabras para describirle.

Uno de los principales problemas que tiene la película es la historia de amor, con ello no quiero decir que no me guste, sino que no está bien contada. Alguien tuvo que creer que sino la metían en el guion, se iba a quedar cojo. La intención está clara, darle un trasfondo al capitán para que le cueste más tomar una decisión, pero tiene menos química con la novia japonesa, que no llega a cumplir su intención. Y en ningún momento te preocupas por ellos y solo quieres ver que le pasará al Emperador.


En general es una muy buena película, se deja ver y te mantiene interesado hasta el final, en el que descubres el destino de Hirohito. Esperemos que esta película sea un llamamiento a Hollywood para que desarrollen más películas bélicas de este estilo, y que empiecen a mostrar otros lados de la guerra nunca antes vistos.


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