Posted by : El día del Espectador julio 21, 2012



HÉCTOR HERNÁNDEZ

Para esta primera entrada he escogido una película ("1612" Vladimir Khotinenko) que sin estar en mi lista de rarezas y clásicos de director (de estos que nunca vuelven a hacer películas como en sus inicios), si que ha sido de las curiosidades más refrescantes que ha llegado a mí en los últimos tiempos.





La cinta sólo se llegó a estrenar en el cine en su país de origen, si bien ha tenido la suerte de ser doblada al ingles y al español de manera más que aceptable. Y esto es por que el contexto y marco histórico de la película queda muy lejos del conocimiento de cualquiera que no habite la región de los Urales, si bien hay mucho que por buscar cine curioso y alternativo está acostumbrado a mirar entre las producciones orientales de diverso y curioso origen (que no nos llegan aquí mas que con una marginal difusión), es raro el que realiza estos mismos sondeos entre la cartelera rusa.

Ambientada en los inicios del siglo XVII en las accidentadas transiciones y sucesiones de las distintas líneas de zares, soslayando un poco la cronología y ubicación temporal de algún que otro suceso; con un joven esclavo como protagonista, que a los diez minutos acaba como sirviente ni más ni menos que de Ramón Langa haciendo de caballero español. Sobrepuestos del impacto de no escuchar a este hombre doblando a Bruce Willis nos encontramos con una trama con un ritmo no en exceso trepidante pero bastante constante, plagado de pequeñas referencias a la mitología e iconografía rusa, así como su contexto sociopolítico en el que es fácil perderse y con una innumerable cantidad de hechos curiosos.

No puedo pasar sin comentar la insistente referencia a la Verdadera Destreza Española, escuela de esgrima y arte marcial preponderante en nuestra tierra en aquella época, y por cuyas referencias llegó a mis oídos la película, a la que se le da un trato un tanto esotérico, culpa en gran parte del Maestro Gerard Thibault que extendió estas ideas fuera de nuestras fronteras, con unas ilustraciones en sus tratados que animaban al imaginario (maldito círculo misterioso).



No voy a detenerme a valorar la esgrima que se ve, ni lo erróneas que puedan ser las explicaciones, ya que no deja de ser una coreografía en una historia de aventuras. Pero si voy a comentar la referencia más curiosa que hacen a la estocada que llaman “El Beso de la Muerte”, que por supuesto nunca ha existido, pero me da que tiene origen en un golpe de la esgrima española aquí conocido como Estramazón  que consistía en una cuchillada a la cara con la punta de la espada, ejecutada con un golpe de muñeca, que tenia a bien dejarle al otro guapete, llevándote ojos nariz y boca sin producir heridas graves o matar a nadie, y que los bravucones españoles popularizaron en sus reyertas de bar allende fronteras donde se le acabó llamando “el beso español” (The spanish kiss), y que en la película han querido darle presencia de forma tan floreada. Años estudiando tratadística, biomecánica y entrenando, y este tío aprende todo en un sueño; no es justo.



Otra curiosidad que me han resaltado en más de una ocasión es la fabricación improvisada y aparentemente surrealista de un cañón hecho de cuero, cosa que sí que existió y estaba más extendido de lo que la gente se imagina. Cómo pieza de artillaría improvisada era muy fácil de fabricar y permitía hacer 4 o 5 disparos antes de quedar inservible, las referencias históricas son abundantes para quien quiera indagar.

No voy a perderme en comentar más detalles en los que me pondría a divagar de sobremanera, como la aparición de los húsares alados y ¿Los españoles no comemos pescado de rio? ¿Desde cuándo?, y otras muchas perlas que es mejor descubrir por uno mismo.

En general queda como una de aventuras bastante bien estructurada, con un presupuesto más que notable para una producción sin salida al mercado extranjero y muy bien aprovechado, que en ningún momento da la sensación de ser cutre. El trabajo de actores es bueno y sin tener una dirección extraordinaria no chirría ningún personaje. No me queda más si no que recomendar verla y disfrutar de esta curiosidad que nunca llegó a nuestras pantallas; y que Ramón Langa no se os aparezca en vuestros sueños.

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